Jugadas de Perdedor

Rozando ya los cincuenta, un buen profesional de la informática quiere vivir una nueva primavera de libertad y juventud despuès de la separación. Se mete en un piso de estudiantes por aquello de la primavera, ahorrar por tener que desviar ingresos a la  separada e hija. Descubre la belleza de Judith y se deja enredar por la ácrata Lina que lo mete en un buen lío.

Se ha creído que la fortuna ayuda a los audaces y no cae en la cuenta de que además de la fortuna en la vida también hay tramposos, chivatos, trepas y cámaras de vigilancia que  desmontan sus buenas intenciones de desenmascarar la corrupción de los poderosos.

Un amador desigual

Un desengañado de la nueva democracia, recien estrenada, que viene de la clandestinidad se lamenta, como cantaría Lluis Llach: "No és aixó, companys, no és això..."

Correspondiecia escrita entre un profesor de Instituto y una psicóloga perfectamente acomodada en la Convergencia y autocomplacencia

La Opositora

Dicen que el que evita la ocasión quita el peligro. Lo malo es que a veces la ocasión no la buscamos sino que se nos presenta desnuda, poderosa y fascinante, nos abraza como un pulpo y nos dice al oído eso de que la pintan calva.

No es que no seamos libres sino que la atracción del abismo es demasiado  potente y en el descenso vertiginosos es tarde para el arrepentimiento.

Thomas Münzer

En la Alemania rural de final de los años treinta del siglo XX, un joven  ilusionado con la fe católica de sus padres y las corrientes ideológicas del momento, ingresa en un monasterio benedictino dejando atrás, sin olvidarlo,  su amor a Eva.  La paz que buscaba no la encuentra ni en los claustros ni en el interior de su conciencia. El Pantocrátor del ábside con buen humor y palabras bíblicas  le recuerda cada vez que se desvía del camino, que debe solucionar con urgencia su conflicto con Cecilia, la hija del republicano español, oculta en el monasterio. ¿Cómo? Pobre Thomas. Corazon dividido, con la que está cayendo

La bicicleta del Lobo

El ser humano es paradójico. Un buen día el hombre se monta en su biclicleta  para darse un baño de pinos, soy y aire puro y vuelve sorprendido  porque el baño ha sido un baño de sangre.

Otro día espera a que la broma de su querida esposa acabe de una vez y, cuando quiere darse cuenta, la broma ha ido demasiado lejos.

 

Contingencias inesperadas

Jura y perjura el escritor que nada sabía de la llegada del coronavirus cuando publicó este último relato. Jura y perjura que cuando Regino se montó en el tren aquella noche no tenía idea de lo que le esperaba en la estación de Port Bou. Sigue jurando y perjurando que, cuando salió de ronda, como cada mañana, dispuesto a multar al lucero del alba,el guardia urbano Baudilio Buenadicha no podía figurarse que se encontraría con aquella extraña dama. Jura y perjura que la vida está llena de contingencias inesperadas.